jueves, 13 de noviembre de 2008

TEOLOGÍA BÍBLICA

TEOLOGÍA BÍBLICA

CARTA DEL APÓSTOL SAN PABLO A TITO
Emmanuel Flores-Rojas

Preámbulo
La Teología Bíblica es una rama teológica que señala una teología que se hace a partir de la autoridad tanto del Antiguo Testamento como del Nuevo Testamento, es decir, como una exposición primaria y directa del canon bíblico. Por muchos años la Teología Bíblica no ha sido sino un argumento escriturístico, desarrollado en la Dogmática para fundamentar o defender los enunciados de la fe cristiana. Uno de sus objetivos es descubrir o redescubrir, hasta donde sea posible, el mensaje que los escritores bíblicos dijeron originalmente. Para lograr esto, se deben interpretar los diferentes libros de la Biblia en su propio trasfondo y dentro de sus propias presuposiciones. Perfectamente legítimo en sí mismo, semejante empleo de la Escritura tiene también sus peligros, concretamente el de aplicar a las categorías bíblicas el sentido de las categorías teológicas actuales, sin darse cuenta de que no siempre las unas están exactamente de acuerdo con las otras. También existe el peligro de falsear los elementos que componen la síntesis bíblica, o de omitir alguno que otro de los elementos importantes de ella.
Por ello, se requiere un esfuerzo para hacer un análisis no sólo hermenéutico (recontextualizar) sino sobre todo exegético (contextualizar). De ahí que se tiene que dejar que la Biblia hable en toda su dinámica a nuestro contexto. La Teología Bíblica nos recuerda que para ser auténticamente bíblicos, debemos tomar a la Biblia como lo que realmente es (más adelante veremos cómo las Cartas Pastorales, jugaron un papel determinante para el desarrollo de la doctrina sobre la autoridad e inspiración de la Biblia). La Teología Bíblica se propone organizar en una síntesis coherente, armoniosa e inteligible, el mensaje de la Escritura, bien sea en parte, bien es su totalidad; bien sea para un libro o en un autor particular. El acento se pone en el trabajo de síntesis que lleva a cabo la Teología; ese trabajo de síntesis se realiza en la fe y en el espíritu de fidelidad a las normas de interpretación de la Iglesia que marca la propia Escritura. Por supuesto la doctrina de la inspiración es importantísima para este efecto. Lo cual implica que no podemos violentar el mensaje bíblico. La Teología Bíblica hace énfasis sobre todo, en que la Biblia debe estudiarse en su propio trasfondo y con sus propios términos. La Teología Bíblica se interesa por los asuntos internos de la Biblia misma: lo que la Biblia dice y cómo lo dice, en sus propios términos. Dentro de esta disciplina teológica, dejamos atrás el lenguaje especial y las categorías de la Iglesia y buscamos entender el lenguaje y las categorías bíblicas.
Apoyándose en la Exégesis, recoge y sistematiza los datos bíblicos que propone a la reflexión teológica. De esta manera la Teología Bíblica puede recoger las síntesis parciales que señalan las principales etapas de la revelación; puede centrar su atención en la doctrina de un autor particular o de un libro particular; puede estudiar la génesis de un libro determinado a través de la Escritura, o puede exponer el mensaje del Antiguo o del Nuevo Testamento en su totalidad. Este tipo de Teología, como se ve, apenas difiere de una síntesis exegética o de una sistematización de las ideas de la Biblia. La Teología Bíblica intenta captar la unidad del misterio y del designio de Dios, considerando a la Escritura como una totalidad, o sea como el discurso inteligible de la única Palabra de Dios. Así entendida, supone en principio la unidad de la Escritura y el reconocimiento de Cristo como clave de inteligibilidad de ambos Testamentos: En el Antiguo ve a Jesucristo anunciado, prefigurado y preparado, y el Nuevo Testamento es el Antiguo Testamento realizado, cumplido: Jesucristo es el Logos de Dios que resuena a través de los dos Testamentos (cfr. Heb 1:1ss). La Teología Bíblica estudia el movimiento profundo de esta economía divina, procurando captar el progreso de la revelación y la unidad del designio divino. Su punto de partida son las palabras y los acontecimientos del plan o historia de salvación que se encuentran consignados en la Escritura, y que a partir del sentido literal tienen que ser interpretados en profundidad, según la plenitud del sentido buscado por Dios.
Comprendida de este modo la Teología es Bíblica, ya que su punto de partida es la Escritura, con sus vocablos, sus temas y sus perspectivas; y es Teología por varios motivos, en primer lugar porque percibe los temas de la Escritura, no ya como aislados, sino como unidos armoniosamente entre sí y formando una síntesis superior, que es la del designio de Dios. Es Teología porque dominando la multiplicidad y la diversidad de las palabras y los temas se eleva hasta la inteligencia del designio de Dios, y procura descubrir su unidad. Es Teología finalmente en el sentido de que hace intervenir algunos principios que no se han sacado inmediatamente del texto de la Escritura.

Las Cartas Pastorales
Las Cartas Pastorales, fueron denominadas así, apenas entrado el siglo XVIII, por Paul Anton. Al rededor del año 100 apareció una primera colección de las cartas del apóstol Pablo, entre las que se encontraban sólo nueve (Romanos, 1 y 2 de Corintios, Gálatas, Efesios, Filipenses, Colosenses y 1 y 2 de Tesalonicenses). Marción quien fue el primero en editar el corpus paulino, tampoco las menciona en su “canon”. El Canon de Muratori (de finales del s. II) menciona siete cartas de Pablo y hace la siguiente acotación respecto a Tito y Timoteo: “tienen un carácter sagrado –dice- porque fueron escritas para el honor de la Iglesia católica y para la organización de la disciplina eclesiástica”.[1] San Ireneo de Lyón fue el primero en apoyar su doctrina en la autoridad paulina de las Pastorales. En el Adversus Haereses, Ireneo sustenta su defensa de la fe en contra de las doctrinas gnósticas en la autoridad de san Pablo, en clara alusión a 1 Timoteo 1:4, dice: “Hay quienes rechazan la verdad e introducen falsas enseñanzas y <>, como advierte el Apóstol”.[2] Por su parte, los Padres de la Iglesia, Tertuliano y Clemente de Alejandría se las adjudicaron también a Pablo. “La ausencia de las Pastorales del Papiro Chester Beatty 46, que incluye a todas las otras cartas de Pablo, ha sido propuesta como una razón adicional para cuestionar su autenticidad”.[3]
No fue sino hasta el siglo XIX con la llegada de la crítica bíblica, que se empezó a cuestionar el carácter paulino de dichos escritos. Los argumentos que se esgrimen es que el lenguaje es diferente al de las grandes cartas del apóstol, que el énfasis en la defensa del “depósito de la fe” es una cuestión del siglo II que enfrentaron directamente los Padres de la Iglesia, sobre todo en lo referente a los desafíos que para esa época planteo el gnosticismo. Un aspecto más, es el grado de desarrollo alcanzado por la Iglesia y que se deja entrever en las Pastorales. De lo que no cabe duda es de que las Pastorales, fueron escritas por una misma mano porque contienen una homogeneidad gramatical importante. Sobre el problema de la autenticidad de las Pastorales, hay al menos tres posturas:
1.- La clásica, sostiene que el autor es el apóstol Pablo.
2.- Fragmentos de las Pastorales, sobre todo los datos biográficos fueron escritos por Pablo y luego integrados a un escrito más desarrollado.
3.- Las Pastorales habrían sido escritas por un discípulo de Pablo, apelando al nombre de éste (pseudonimia). Esta opinión ubica las Cartas en el segundo siglo.
La cuestión frente a estas posiciones no es de poca monta en los casos dos y tres; porque si esos fragmentos eran conocidos ya, como pertenecientes al apóstol Pablo, el supuesto escritor que los llegó a integrar a un escrito más desarrollado, no los pudo haber pasado como propios; pero si no eran reconocidos como del apóstol, entonces no tenía ningún caso haberlos utilizado para impartir un carácter paulino a su obra.[4] Además la pseudoepigrafía habría chocado con el hecho de que la incipiente iglesia ya estaba alerta sobre escritos que circulaban en ese entonces y que eran falsos (cfr., 2 Te 2:2; Ap 22:18). Empero, un argumento aparentemente sólido para cuestionar la procedencia paulina de las pastorales, es la reconstrucción de los viajes del apóstol según la información que proporcionan las cartas mismas. Como se ha visto, hace algún tiempo, se viene insistiendo una y otra vez, en que Pablo no pudo escribir las Cartas Pastorales, por no encajar con la cronología propuesta para su ministerio. Esa es por ejemplo, la opinión de José Comblin en Pablo: trabajo y misión.
Ahora bien, ¿a la luz de lo anterior cómo nos ayuda la teología bíblica a leer y entender la Carta del apóstol san Pablo a Tito? Bueno, primero que nada, nos ayudan a ambientarla en el contexto en que fuere escrita y enviada a su respectivo destinatario. Tito y las dos cartas a Timoteo, son llamadas “cartas pastorales”, porque son dirigidas a dos de sus discípulos en un tono muy personal. Hablan sobre una Iglesia que ya tiene una estructura más desarrollada, con un liderazgo bien definido, y con recomendaciones sobre la mejor organización de las comunidades.
Efectivamente, las Pastorales difieren con mucho en el tono y las construcciones gramaticales que aparecen en las Epístolas enviadas a comunidades eclesiásticas, en las Pastorales aparecen aproximadamente 148 hapax (= una vez; así han sido llamadas las palabras griegas que sólo aparecen en las pastorales) términos específicos de ellas, que no son usadas en otros escritos de Pablo o del NT.[5] Con las Cartas Pastorales no nos encontramos frente a los lugares comunes que aparecen en los otros escritos del apóstol a los gentiles. Eso es en razón de que son mandadas a discípulos del apóstol, y a que las iglesias que aquéllos dirigen han ido evolucionando paulatinamente, constituyéndose cada vez más en comunidades más y mejor estructuradas. Aunado a todo esto, el apóstol Pablo parece encontrarse ya, en los últimos días de su vida. Pablo A. Jiménez, resume los lugares comunes de las Pastorales:
Las Pastorales –dice- comparten el mismo estilo y el mismo vocabulario; un estilo y un vocabulario que se separa un poco del vocabulario usado tanto en las epístolas Auténticas como en las Deuteropaulinas. Algunos de estos elementos distintivos son:
a. En estas cartas se llama a Dios "bienaventurado" o "feliz" (I Ti. 1:11 y 6:15).
b. Todas comparten el interés de que se predique la "sana doctrina" (I Ti. 1:10, 6:3; II Ti. 1:13, 4:3; Tito 1:9, 2:1).
c. Utilizan la frase "Palabra fiel es esta" (I Ti. 1:15, 3:1, 4:9; II Ti. 2:11; Tito 3:8).
d. Se refieren a Dios como "nuestro salvador" (I Ti. 1:1, 2:3; Tito 1:3, 2:10, 3:4).
e. Contienen varios catálogos de responsabilidades profesionales detallando las responsabilidades y deberes de los supervisores u "obispos" (I Ti. 3:1-7); los diáconos (I Ti. 3:8-13) y las diaconisas (I Ti. 3:11); las viudas (I Ti. 5:3-16); y los ancianos (I Ti. 5:17-20; Tito 1:5-9).
f. Dan instrucciones y recomendaciones para el ministerio cristiano (I Ti. 4:1-16; II Ti. 1:6-10, 2:15 y 22-26) poniendo a Pablo como el ejemplo por excelencia del ministro (I Ti. 1:15-17; II Ti. 1:11-14, 3:10-13, 4:1-8). También hablan de la imposición de manos como señal de la "ordenación" al ministerio (I Ti. 1:18-19, 4:14, 5:22; II Ti. 1:6).[6]

Como correspondencia más intima y personal, las pastorales abundan en noticias personales. “Aunque van dirigidas a individuos particulares, las cartas a Timoteo y Tito tienen evidentemente alcance eclesial”.[7] Esta misma tesis la sostiene Juan Calvino en su comentario a Tito, cuando menciona: “De aquí podemos inferir, que ésta no fue tanto una carta individual de Pablo a Tito, como una epístola a los cretenses. [...] Ahora ya vemos que Pablo no se proponía otra cosa sino sostener la causa de Tito, y darle la mano para ayudarle a realizar la obra del Señor. [...] En la persona de Tito, ciertamente, Pablo instruye a toda la iglesia de Creta...”.[8] Lo anterior también es corroborado por la bendición a la vez en singular como en plural, en la que termina la misiva a Tito (3:15). En efecto Tito es una carta pastoral porque quien la escribe es ante todo un pastor; y en segundo lugar, porque busca también, respaldar e instruir a otro pastor. Pero las pastorales no atañen únicamente a los “pastores”. Es obvio que en las cartas pastorales, Pablo “decreta” y toma decisiones correctivas o medidas reglamentarias para la vida de la iglesia, a través de sus colaboradores.[9] Pablo se adelanta a su tiempo y “empodera” a sus discípulos, para que éstos actúen con la autoridad de aquél. “En conclusión, podemos decir que las pastorales no conciernen solamente a los <> en la Iglesia, sino que trazan para todos los fieles un camino auténtico de vida cristiana, en la adaptación a la cultura del tiempo y a las exigencias de la vida social”.[10]

¿Quién era Tito?
A diferencia de Timoteo, el libro de Hechos no hace ninguna referencia a Tito. Pero Pablo hace constantes referencias a él en sus Cartas, lo menciona un total de trece veces. Tito era de origen griego y a diferencia de Timoteo, Pablo no estuvo de acuerdo en circuncidarlo (Gal 2:3). Cuando Pablo dejó Antioquia y fue a Jerusalén para discutir con los líderes el Evangelio de la gracia (Hechos 15:1) llevó a Tito (un gentil) con él (Gal. 2:1-3) como un ejemplo de uno aceptado por gracia sin circuncisión, lo que defiende la posición de Pablo en este problema (Gal. 2:3-5). También aparece Tito trabajando con Pablo en Éfeso durante la tercera jornada misionera. De allí el apóstol lo envió a Corinto donde ayudó con su trabajo a esa iglesia (cfr., 2 Cor. 2:12-13; 7:5-6; 8:6). Tito colaboró especialmente en las cuestiones difíciles o delicadas, fue enviado a Corinto cuando los conflictos en esa iglesia arreciaban (2 Co 7:6ss). Organizó la colecta en Corinto para los hermanos de Jerusalén (2 Co 8:16-23). Pablo apreciaba enormemente a Tito, los elogios y calificativos que le dirige el apóstol así lo demuestran (2 Co 2:13; 7:6; 8:23; 12:18). Según la Carta que lleva su nombre, (en el texto griego, la Carta a Tito es titulado Pros Titon, “A Tito”), fue enviado a la isla de Creta para establecer presbíteros en cada ciudad (Ti 1:5). Ante todo, Tito al igual que Timoteo son considerados como los hijos de Pablo en la fe, son por ello, sus herederos espirituales, de ahí que el apóstol a los gentiles les encargue el “depósito de la fe”. Sin duda Tito fue uno de los más fieles discípulos de Pablo, junto con Timoteo, Lucas y Marcos. Según la carta que lleva su nombre, a Tito se le encarga corregir lo deficiente y el establecimiento de presbíteros en cada ciudad (o pueblo en el sentido original del griego) de la isla de Creta. Pablo era un apóstol por antonomasia, pero las Pastorales revelan que no estaba sólo, sino que se servía de colaboradores fieles para hacerlos partícipes del ministerio que había recibido del gran Pastor de las ovejas, ellos compartían sus dificultades y responsabilidades, entre ellos se encontraba Tito, “verdadero hijo en la común fe”.

La Carta a Tito
Tito como se ha problematizado, fue escrita por Pablo o por alguno de sus discípulos, como quiera que sea, contiene la teología paulina. Por otra parte, aunque Tito recoge enseñanzas desarrolladas en 1 y 2 de Timoteo, sin embargo, aparece más doctrinal. Especialmente el prólogo (1:1-4) ofrece un sólido desarrollo teológico, muy parecido a la salutación de Pablo en Romanos, en ambos casos el autor define su ministerio apostólico en términos del kerigma que proclama. Tito contiene recomendaciones en por lo menos tres vertientes muy específicas:
a) La defensa del depósito de la fe frente a los herejes y sus enseñanzas
b) La estructura organizativa de las comunidades sobre todo en el aspecto del liderazgo y la liturgia
c) La vida cristiana según las exigencias de una piedad auténtica
La carta a Tito, puede dividirse de la siguiente manera:
1. Saludo (1:1-4): Tito comienza con un saludo extendido que ofrece un breve resumen sobre el tema de la salvación.
2. Cuerpo (1:4-3:11): La epístola carece de una sección de acción de gracias. Después del saludo, entra rápidamente a dar pautas para la conducta de la Iglesia en Creta (1:5).
a. En primer lugar, encontramos un catálogo de las responsabilidades profesionales de quienes ocupan el cargo de ancianos (1:6-9).
b. Segundo, el texto ataca a los falsos maestros (1:10-16).
c. Tercero, se habla de las responsabilidades de los/as creyentes en general (2:1-3:11). Entre estas pautas para la conducta, el pasaje habla específicamente a los/as ancianos/as (2:2-5), los/as jóvenes (2:6-8) y a los/as siervos/as (2:9-10).
3. Despedida (3:12-15): Una vez más, la carta carece de un elemento formal. Esta vez, no encontramos una sección de exhortación. Sencillamente el texto ofrece algunos saludos finales (3:12-15a) y una breve bendición (v.15b).[11]

Tito y la defensa del depósito (paratheke) de la fe
El depósito de la fe (término usado en Timoteo, tomado del lenguaje jurídico) es definido en Tito como el “conocimiento de la verdad”, como la “sana doctrina” y la “sana fe”. El depósito de la fe debe guardarse sin modificaciones ni alteraciones, debe conservarse en buen estado. El depósito es el Evangelio confiado al apóstol (1 Tm 1:11). Pablo empieza desde la salutación a impartir enseñanzas sobre la fe, en el versículo uno habla de la “fe de los escogidos de Dios”. Lutero comenta así el verso uno: “palabras extraordinariamente excepcionales y rebosantes de doctrina. De ellas puede derivarse la suma total de la vida cristiana. Contradicen los falsos dogmas. El apóstol suele unir fe y verdad”.[12] En franca oposición a las enseñanzas de los herejes, las Pastorales se colocan dentro del marco de la rectitud de la fe. La sana doctrina se contrapone a la “otra” enseñanza, desvela la falsa doctrina (hetero-didaskalein) sustentada por los herejes (hairetikos). El calificativo para hablar de la recta doctrina es el verbo “sano” (gr. hygiaino), el cual aparece nueve veces en las Pastorales. Por eso, los presbíteros deberían ser retenedores de “la palabra fiel” y de la “sana enseñanza” tal como había sido trasmitida (1:9).
Estas recomendaciones de Pablo a su discípulo Tito, tenían que ver con la protección de la fe. La fe debía cuidarse frente a los judaizantes que andaban contando muchas fábulas (mythoi) judaicas, entre las que se encontraban largas genealogías vanas y sin sentido (1:14; 3:9). En tiempos del apóstol había que salvaguardar la integridad del Evangelio, frente a posiciones que buscaban mutilarlo. Las Pastorales chocan contra la ortopraxis judía, y en cambio recogen la ortodoxia cristiana. El judaísmo habría puesto el acento en la conformidad de la vida a las prescripciones de la ley mosaica; mientras que el cristianismo ha concedido la mayor importancia al contenido de la fe. Por eso el apóstol llega a comparar a los judaizantes con las “falsas” enseñanzas del mito, una acusación muy grave porque compara las enseñanzas de esos falsos maestros con las contenidas es los relatos mitológicos del paganismo grecolatino.
El obispo debía ser retenedor de la sana doctrina porque la fe corría el peligro de corromperse frente a tantas enseñanzas aparentemente correctas. El presbítero u obispo debía ser defensor del depósito de la fe:
Frente a la proliferación de errores, el autor de las pastorales predica una actitud de autoridad y no de diálogo. Hay que impedir hablar a los charlatanes y no dejarse arrastrar por el terreno deslizante de sus sutiles teorías. Inspirándose en una regla análoga a la de Mt 15:15ss, la carta a Tito prevé dos amonestaciones sucesivas; si no se enmienda, el hombre sectario (hairetikos) debe ser apartado de la comunidad (Ti 3:10ss). Es la excomunión prevista contra Himeneo y Alejandro (1 Tim 1:20). Ya Pablo había tomado una decisión análoga contra el incestuoso de Corinto (1 Co 5:1-5), con la esperanza de una conversión del culpable.[13]

En Tito la heterodoxia es condenada con el mismo ahínco que en las otras dos Pastorales. Parece que había una variedad importante de corrientes doctrinales en el cristianismo primitivo. Los herejes son acusados de distorsionar y trastornar la fe de algunos. Dichos herejes pudieron estar relacionados con las doctrinas gnósticas (gnosis = conocimiento): “Profesan conocer a Dios, pero con lo hechos lo niegan...” (1:16). Esta peudognosis se opone al verdadero conocimiento, al conocimiento de la verdad, el cual defienden las Pastorales con intensidad. Ahí se ubica la recomendación de Pablo a Tito: “Pero tú [en oposición a los falsos doctores] habla lo que está de acuerdo con la sana doctrina” (2:1). Pero, ¿qué es la sana doctrina? La sana doctrina tiene que ver con la correcta enseñanza de la fe cristiana, en contraposición a las falsas enseñanzas. La sana (hygiaino) doctrina o enseñanza es también bella (kalos), es decir, “de calidad, de valor, de excelencia”.
Las palabras de raíz didask aparecen con particular frecuencia en las pastorales:
-enseñar (didaskein): 5 veces
-enseñante (didaskalos): 3 veces
-doctrina (didache): 1 vez
-enseñanza (didaskalía): 15 veces (de 19 en todo el NT), y otros cuatro términos derivados.[14]

La salud física fue usada en el mundo griego como metáfora de calidad o rectitud moral. A la luz de 1 Tm 1:9ss, la “sana doctrina” se opone a los vicios morales, “es decir, a los que hacen cosas que van en contra de la sana enseñanza” (DHH). Los presbíteros deben trasmitir la “forma de las sanas palabras” y “ser sanos en la fe” (2 Tm 1:13, Ti 1:9; 2:1-2).

Tito y la administración eclesiástica (ministerios y liturgia)
Las Pastorales son especialmente importantes porque hablan a la segunda o tercera generación de cristianos, los cuales, están ante una iglesia más organizada, más institucionalizada, con claros ministerios pastorales. Entre éstos se encuentran los ancianos (presbyteros) y obispos (epískopos), la pregunta frente a estos títulos, es saber si tales ministerios eran sinónimos o en realidad señalaban ministerios diferentes. Las Pastorales son, en este sentido riquísimas porque ellas nos proporcionan información abundante en cuanto a la organización y administración de la iglesia a finales del siglo I y principios del II. El autor de las Pastorales está tratando de responder a las necesidades de su época. A Tito como a Timoteo, como herederos espirituales del apóstol Pablo se les encomiendan dos aspectos importantísimos: a) la lucha contra los falsos doctores, y b) la organización administrativa de la iglesia. Ni Tito ni Timoteo son nunca llamados apóstoles, lo que indica que el ministerio apostólico no es sucesivo, no se transfiere, en definitiva no hay algo así como una sucesión apostólica. Pero tampoco tienen los títulos de anciano u obispo, aunque la tradición dirá que Timoteo fue el primer obispo de Éfeso y Tito el de Creta.
En Tito como en Timoteo, ya no hay la espera inminente de la parusía que había alentado a la primera generación de creyentes. Ahora el acento recaía sobre la alta duración del ministerio de la iglesia, si ésta ya no esperaba tan de repente la parusía del Señor, entonces debía ocuparse de cómo mantener viva la fe que una vez habría sido recibida y trasmitida por los apóstoles. La iglesia estaba fundada sobre Cristo pero tenía una fuerte presencia de la autoridad apostólica, el Nuevo Testamento es testimonio de eso. Los apóstoles no dejaron sucesores que mantuvieran el mismo título y autoridad para hablar y escribir en nombre del Resucitado, pero si habían encargado el depósito de la fe en las generaciones subsiguientes. Pero aunque los apóstoles no hayan dejado sucesores, si dejaron una serie de ministerios dentro de la iglesia, para que a través de ellos, la iglesia siguiera ejerciendo un ministerio apostólico, en el sentido de un envío por parte del Señor de la Iglesia. Uno de esos ministerios fue el de presbítero y obispo.
Pablo habría dicho que si alguno anhelaba obispado, buena obra o función deseaba (1 Tm 3:1). Aunque también recomendaría a Timoteo que no impusiera las manos con ligereza (1 Tm 5:22). Sabemos que la función de los ancianos era la de ejercer autoridad para gobernar sobre el pueblo de Israel. Moisés después de ser comisionado para ir a sacar a los hebreos de Egipto, recibe la orden de presentarse a los ancianos del pueblo de Israel en Egipto (Ex 3:16). El cargo de anciano era toda una institución en el pueblo de Israel y también para la iglesia del primer siglo, en la iglesia jerosolimitana muy pronto se nombran ancianos (Hch 11:30; 15:2,4,6). Parece entonces, que el título de presbyteros era más común en las iglesias con raíces judías y en las iglesias con raíces griegas, se prefería el uno del término epískopos (inspector), aunque era un mismo ministerio. Fuera de las Pastorales, sólo una ocasión la palabra epískopos aparece en labios del apóstol Pablo (dejando fuera Fil 1:1), en la despedida en ocasión de la reunión que él sostuvo en Mileto con los ancianos de Éfeso (Hch 20:1ss, 28). Aquí se comprueba, cómo es que el título de presbítero y obispo es uno y el mismo, porque se emplea como sinónimo para hablar de un mismo ministerio. Es entonces claro que cuando Pablo menciona a los “obispos” junto a los diáconos en Filipos, está hablando de los “ancianos” de esa iglesia. A excepción de 1 Tm 5:9, en las Pastorales se emplea normalmente la palabra presbyteros en plural, lo cual indica la naturaleza no individual y por tanto colegiada de este ministerio. Aunque el término epískopos sí aparece en singular, quizá porque éste era quien presidía la comunidad de presbíteros siendo el primero entre los iguales. Respecto a esto, Ridderbos comenta:
Primero, en cuanto a los presbíteros y obispos, se debe establecer de inmediato que aquí estamos ante un mismo y solo oficio. Los nombres, por supuesto, tienen un significado distinto. La palabra <> (presbyteros, lit. el más anciano) ciertamente tiene antecedentes patriarcales y se originó en el judaísmo, donde es la designación de una clase social. Según Jeremías, en las epístolas pastorales la palabra <>. Pero esto debe rechazarse del todo a la luz de Tito 1:5.
Por su parte, no es tan fácil identificar la palabra <> (epískopos = lit. supervisor) como contraparte de alguna figura precristiana, ya sea del mundo judío o del griego. Pero aun así, ambas palabras denotan la misma clase de funcionarios desde distintos puntos de vista. No sólo las demandas que se le hacen al buen presbítero en Tito 1:5-9 son muy similares con lo que se dice del episkopos en 1 Timoteo 3:2ss., sino que también las designaciones son intercambiables en Tito 1:7, sin indicar que haya habido una transición desde una persona a otra.[15]

El ministerio diaconal es muy importante en la vida de la primera comunidad eclesiástica pero no aparece mencionado en Tito, aunque si en Timoteo. Las Pastorales también están llenas de temas litúrgicos, sobre todo del desarrollo del culto junto al desarrollo administrativo. Las doxologías son abundantes, el tema de la oración ocupa un lugar importante, los himnos pascuales y bautismales también son mencionados, y por supuesto, las confesiones de fe no podían faltar. Tito habla de la “renovación bautismal” o “lavamiento de la regeneración” (3:4-7). Aquí encontramos un resumen trinitario de la primera comunidad cristiana, el Padre envía el don del Espíritu a través del Hijo. La vida de fe y la liturgia están estrechamente unidas en las Pastorales.

Tito y la fe como una piedad auténtica
Para Pablo según su carta a Tito, la fe verdadera debe ir acompañada de una piedad (eusebeia) auténtica. Es importante señalar que este sustantivo nunca aparece en las “otras” cartas de Pablo. La exhortación a la piedad es parte de la espiritualidad trasmitida en las Pastorales. El llamado a la piedad es parte de la existencia cristiana, es un estilo de vida que se manifiesta en la vida pública como privada, en el seno familia y en el ámbito de la iglesia como el de la vida cívica. Sin duda, de las Pastorales, pueden sacarte buenos recursos para la pastoral familiar.

Tito y la justificación por la fe
Finalmente, otro de los tópicos igual de importantes es el de la justificación. Sin duda, un tema ya desarrollado por el apóstol, sobre todo en las Epístolas a los Romanos y Gálatas. La gracia de Dios es educadora porque nos enseña (Ti 2:11-12). Nos instruye sobre la gracia justificadora de Dios en Jesucristo (Ti 3:4ss). En esta justificación Dios se mostró como filántropo, como aquél que muestra “su amor para con la humanidad”. Esta justificación por la fe motiva o promueve las “buenas obras” (Ti 2:14; 3:8).

Bibliografía:
Calvino, Juan, Comentario a las epístolas Pastorales de San Pablo, 1ª reim., Libros Desafío, Grand Rapids, 2000.
Comblin, José, Pablo: trabajo y misión, Editorial Sal Terrae, Bilbao, 1994.
Cothenet, Edouard, Las cartas pastorales, 3ª ed., CB-72, Editorial Verbo Divino, Navarra, 1994.
Harrison, E. F., Introducción al Nuevo Testamento, 4ª reim., Libros Desafío, Grand Rapids, 2002.
Los gnósticos. Textos 1 y 2, 2 tomos, Editorial Gredos, S. A., Madrid, 2002.
Ridderbos, H., El pensamiento del apóstol Pablo, Libros Desafío, Grand Rapids, 2000.


[1] Citado por Cothenet, Las cartas pastorales, p. 5.
[2] Ireneo de Lyón en Los gnósticos. Textos 1, tomo 1, p. 14.
[3] Harrison, Introducción al Nuevo Testamento, p. 351.
[4] Harrison, op. cit., pp. 349-350.
[5] Cothenet, Las cartas pastorales, p. 11.
[6] http://www.predicar.org/adobe/pastorales.pdf [consultada el 5 de junio de 2007]
[7] Cothenet, op. cit., p. 10.
[8] Calvino, Comentario a las epístolas pastorales de San Pablo, pp. 321-322, 359.
[9] Ridderbos, El pensamiento del apóstol Pablo, p. 607.
[10] Cothenet, op. cit., p. 55.
[11] http://www.predicar.org/adobe/pastorales.pdf [consultada el 5 de junio de 2007]
[12] Lutero, M., Comentario sobre la epístola de san Pablo a Tito, en http://www.iglesiareformada.com/Lutero_Tito_1.html
[13] Cothenet, op. cit., p. 18.
[14] Cothenet, op. cit., p. 24.
[15] Ridderbos, op. cit. p. 592.

jueves, 16 de octubre de 2008

SOLO LA ESCRITURA (SOLA SCRIPTURA)

SOLO LA ESCRITURA

Uno de los grandes logros de la Reforma Protestante del siglo XVI fue haberle entregado al pueblo la Biblia en la lengua vernácula que podía leer y entender bien. Al encender la mecha de la Reforma Protestante, Lutero tradujo la Biblia al alemán común, dejando de lado el latín de los teólogos. Los creyentes podían leer ellos mismos, lo que Dios trasmitía en su Palabra, con lo que su fe estaba sustentada en la Revelación contenida en el texto sagrado. Era una fe que razonaba y que podía dar razones de sus contenidos bíblico-teológicos.
Sin embargo, hoy hay un abuso en ciertos sectores "evangélicos" que nada tienen que ver con el protestantismo histórico y que prometen el éxito si usted hace lo que ellos predican. Ellos leen el texto bíblico sin ningún respeto, por eso no lo "estudian" con seriedad, lejos de enriquecer la lectura del texto bíblico, lo empobrecen haciendo lecturas fundamentalistas y descontextualizadas de la Biblia, declarando que eso es la Palabra de Dios. Como buenos protestantes reformados tenemos que leer la Biblia, pero leerla con el respeto que ella se merece como lo que en efecto es, Palabra de Dios.
Es a Karl Marx, a quien erróneamente se le atribuye el hecho de haber sido el primero en sostener que la religión era el opio de los pueblos. Sin embargo, la historia nos dice que fue Charles Kingsley, un pastor protestante de tradición anglicana, quien expreso –antes que Marx- esa misma idea con las siguientes palabras: "Hemos usado la Biblia como si fuera un mero manual especial para alguaciles, como una dosis de opio para mantener quietas a las bestias mientras se las carga". Eso hacen quienes leen la Biblia sin estudiarla, una lectura fundamentalista y empobrecedora que nosotros no queremos y no hacemos.

jueves, 3 de julio de 2008

Cosmovisi�n Reformada: Comuni�n Mundial de las Iglesias Reformadas (CMIR)

Cosmovisi�n Reformada: Comuni�n Mundial de las Iglesias Reformadas (CMIR)

Comunión Mundial de las Iglesias Reformadas (CMIR)

Calvin College

Las iglesias norteamericanas trabajarán juntas para recibir a la Asamblea General de la unificación que creará a la nueva Comunión Mundial de las Iglesias Reformadas (CMIR). El tema de la reunión será "Unidad del Espíritu en los Lazos de la Paz."



La Iglesia Reformada Cristiana en Norteamérica, miembro de ambas organizaciones fundadoras, desempeñará un papel primordial en la recepción de la reunión histórica que tendrá lugar en los Estados Unidos del 18 al 28 de junio de 2010.
La Alianza Reformada Mundial (ARM) y el Consejo Ecuménico Reformado (REC) acordaron la fusión histórica en el 2007. La Asamblea General creando a la CMIR, organización que contará con más de 80 millones de miembros, tendrá lugar en el Calvin College en Grand Rapids, Michigan.
En una reunión llevada a cabo en el mes de enero en Indonesia, el REC aceptó el nombre de la nueva organización y la definición de "comunión" propuesta por la ARM en octubre de 2007, así como las fechas para la Asamblea General de la unificación. La ARM cuenta con 75 millones de miembros repartidos en 214 iglesias de 107 países. El REC tiene 12 millones de miembros en 39 iglesias de 25 países. Los dos organismos, que habían estado en negociaciones bilaterales desde 1998, tienen 25 iglesias miembro en común.
"Juntos, estos dos grupos representan ahora un número significativo de iglesias alrededor del mundo. Dado que la Iglesia Reformada Cristiana en Norteamérica pertenece a ambos grupos, nuestra participación en la fusión ha sido esencial para el proceso, "dijo Jerry Dykstra, el director ejecutivo de esta Iglesia.
Se espera que la Asamblea General de la unificación reunirá a más de 1000 participantes - incluyendo a delegados, observadores y visitantes- provenientes de todo el mundo. Dykstra dijo que su Iglesia había aceptado ser una de las Iglesias anfitrionas y jugar un papel importante en la coordinación de la logística del evento.
"Juntarse de esta manera es un ejemplo de la evolución actual del movimiento ecuménico. Eliminamos algunas formas visibles de la separación para acentuar lo que podemos hacer juntos", dijo Peter Borgdorff, director ejecutivo honorario de la Iglesia y que ha contribuido mucho a hacer de la fusión una realidad.
Además de las Iglesias reformadas tradicionales, la nueva organización estará abierta a las tradiciones de las Iglesias presbiterianas, congregacionales, valdenses, de la primera Reforma, a las tradiciones unidas y en vía de unificación, que acepten la base doctrinal de la nueva entidad.
El nuevo organismo reformado invitará también a los movimientos, a las agencias y a instituciones teológicas del movimiento reformado a afiliarse activamente con él.
Hasta los últimos años, el movimiento ecuménico se caracterizaba como una reunión de Iglesias de orientación común, pero, según Borgdorff, esto está cambiando. "En los últimos diez años nos dimos cuenta de que la diversidad era positiva. No es necesario que seamos todos iguales, mientras estemos conscientes de que ciertas cosas nos unen.”
“Me han pedido participar en el bosquejo de una constitución para la nueva organización, así como en la coordinación de reuniones preparatorias, en el oeste de Michigan y en otras partes, con vistas a la reunión del 2010. Es un gran honor para la Iglesia Reformada Cristiana en Norteamérica que se nos haya encomendado hacer esto" afirmó.
El equipo de planeación, compuesto por representantes de la ARM y del REC, invitó en enero a los delegados de las congregaciones del área a discutir sobre su participación en la reunión del 2010.
En una entrevista con Christian Today, el presidente de la ARM, Clifton Kirkpatrick, reiteró la génesis del movimiento hacia la unión con el REC.
"Habíamos estado trabajando más y más estrechamente juntos y, hace dos años, establecimos un comité encargado de elaborar un proyecto de cooperación; y entonces el comité ejecutivo de la ARM dijo “Bien, quizás Dios nos está llamando a cooperar y debemos ser uno.”
"Tuvimos una reunión, uno de esos encuentros a donde se va con expectativas relativamente bajas. Y sin embargo, ellos (REC) también sintieron que Dios nos llamaba a unirnos y fue un verdadero milagro del Espíritu Santo.”
"La conversación fue interesante. La gente del REC decía que estaban profundamente comprometidos con las confesiones históricas a causa de su orientación evangélica y de una pasión por las Escrituras y por la misión universal.”
"Dado que las Iglesias miembro del REC se habían desarrollado principalmente en los países del Sur, se dieron cuenta de que no se podía ser fiel a la Escritura y a aquellas confesiones de fe sin ser un movimiento animado por una pasión profunda para la justicia en el mundo.
"Al mismo tiempo la ARM acababa de salir de una Asamblea General con una pasión por la justicia en la economía y el medio ambiente. Y este apasionamiento por la justicia en los ámbitos de la economía y de la ecología nos lleva de vuelta a nuestras raíces espirituales en la Biblia, en nuestras confesiones, y no dimos cuenta de que Dios nos había traído al mismo lugar.”
"No había, desde entonces, ninguna razón para hablar de estructuras de cooperación. Había que unirse. Encontramos una gran unanimidad en el seno de nuestras Iglesias para avanzar por este camino.”
La base de la unión para la nueva entidad reformada indica:
"La base de la Comunión Mundial de Iglesias Reformadas (CMIR) será la Palabra (Juan 1) del Dios Trinidad, encarnada en Jesús Cristo, revelada en las Sagradas Escrituras del Antiguo y Nuevo Testamento y atestiguada por la Iglesia. Esta Comunión Mundial de Iglesias Reformadas incorpora la identidad expuesta en las confesiones de fe reformada, y que continua en la vida y el testimonio de la comunidad reformada." Las misiones clave de la CMIR serán:


- Fomentar la identidad confesional de las Iglesias reformadas y la comunión entre ellas, así como la unidad de la iglesia en su conjunto.

- Promover la justicia económica y ecológica en toda la creación de Dios, trabajar por la paz y la reconciliación en el mundo.

- Alentar la renovación del culto reformado y de la vida espiritual como una familia universal del pueblo de Dios.

- Reforzar el desarrollo del liderazgo y el crecimiento de la comunidad de la alianza.

- Promover la plena participación de mujeres y jóvenes en todos los aspectos de la vida en la Iglesia.

- Renovar la pasión por la misión de Dios entre los cristianos reformados, tanto por medio del testimonio como del servicio, en un espíritu de participación y unidad.

- Interpretar a la teología reformada en la perspectiva del testimonio contemporáneo y de la unidad de la Iglesia.

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lunes, 23 de junio de 2008

¡Ay del que edifica con sangre la ciudad!

Declaración del Consejo Latinoamericano de Iglesias sobre la guerra en Irak

La intervención militar unilateral de una coalición liderada por Estados Unidos en Irak demuestra que vivimos en una nueva etapa histórica, en la cual la política internacional de la única superpotencia del planeta está guiada por una visión geopolítica y por la que se arroga el derecho de realizar guerras ‘preventivas’ allí donde existan o puedan existir eventuales amenazas a su seguridad nacional. Como Babilonia en los tiempos de Habacuc, un imperio intenta imponer su voluntad al resto del mundo. Este imperio contemporáneo, que ejerce su dominio preferiblemente por intermedio de sus instituciones económicas, no vacila en emplear su insuperable y sofisticada maquinaria militar contra aquellos gobiernos que levantan algún tipo de obstáculo a sus designios e intereses.
La intervención de Estados Unidos en Irak representa un severo golpe a la ya frágil credibilidad del sistema de Naciones Unidas que, a pesar de sus evidentes fallas y defectos, posibilitó en muchas instancias que las naciones civilizadas del planeta dirimieran sus diferencias en el marco del derecho internacional. Significa, además, una ruptura del frágil equilibrio de poder en el Mediano Oriente junto al inicio de una profunda fractura en la configuración geopolítica del planeta. Fractura que afecta y se extiende a otras potencias de Europa y Asia.
Esta guerra se ha realizado con el objetivo declarado de luchar contra el terrorismo y liberar al pueblo iraquí. Pero el combate contra el terrorismo, tarea que debe concitar el esfuerzo de todos los hombres y mujeres de buena voluntad en el planeta y contar con el apoyo irrestricto de las iglesias, debe librarse dentro del marco de la ley y del derecho, reconociendo, además, que la lógica extrema del terrorismo se alimenta de humillaciones e injusticias, como las que acaban de instalar los EEUU y sus aliados con esta guerra impuesta a un país de por sí agobiado por la destrucción que le ha impuesto la ambición. El objetivo de "liberar" al pueblo iraquí constituye una grosera violación del principio de la soberanía y la autodeterminación de los pueblos. No se puede combatir la violencia con más violencia, ni imponer la democracia a punta de misiles.
En las últimas semanas, nuestras iglesias han orado insistentemente por la paz, pidiendo que la cordura y la razón prevalecieran sobre la soberbia del poder. Del Río Bravo a la Patagonia, creyentes de nuestras congregaciones marcharon codo con codo con miles y miles que manifestaron su más vehemente oposición a la guerra y apoyaron los caminos de la diplomacia en el marco del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En esas acciones nos sostuvo la promesa de que aquellos que trabajan y se esfuerzan por la paz, serán reconocidos como hijos e hijas de Dios. (Mateo 5, 9)
Ahora, a pesar de nuestras oraciones y acciones públicas, esa guerra ha sido desatada, en flagrante violación del derecho internacional y en desafiante desprecio a la opinión de las grandes mayorías. Por eso, cuando nos asaltan las primeras imágenes de niños y niñas destrozadas por la metralla –eso que los militares y periodistas llaman eufemísticamente "daño colateral", imágenes censuradas por unos medios de comunicación que siguen las pautas dictadas por sus gobiernos—, nos embarga el mismo grito angustiado del profeta Habacuc: "¿Hasta cuándo, Jehová, gritaré sin que tú escuches, y clamaré a causa de la violencia sin que tú salves?" (Habacuc 1, 2)
El mismo libro de Habacuc nos ofrece algunas claves para discernir el momento histórico y ayudarnos a vivir espiritualmente a la altura de sus complejos desafíos. Los imperios nacen, crecen, se enseñorean del mundo y terminan su ciclo vital en la ignominia moral como consecuencia de su vaciamiento ético. A quienes hoy evocan, en vano, el nombre de Dios para buscar a toda costa la legitimación de actos que por su perversión son contrarios a la ley de Dios, debemos recordarle la letanía de ayes de Habacuc. A quienes hoy, llenos de soberbia, se dan el lujo de ignorar los llamamientos a la sensatez y al derecho, les recordamos el pasaje del salmista: "Porque tú no eres un Dios que se complace en la maldad, el malo no habitará junto a ti. Los insensatos no estarán delante de tus ojos; aborreces a todos los que hacen iniquidad. Destruirás a los que hablan mentira; al hombre sanguinario y engañador abominará Jehová". (Salmo 5, 5-6)
Por lo dicho y en estos tiempos difíciles, donde parece imperar el absurdo de la sinrazón humana, declaramos:
Nuestro profundo pesar de que el mundo cristiano haya visto interrumpido bruscamente el tiempo de reflexión y reconciliación a que debe movernos la Cuaresma, a causa de esta intervención militar que procede del liderazgo de una nación que se llama a sí misma cristiana.
Nuestra aflicción y nuestra condena por las muertes ocurridas y las que sobrevendrán por causa de este vergonzoso, inmoral e ilegal acto de guerra.
Nuestra exigencia de que los responsables por la invasión a Irak se arrepientan, mientras oramos a Dios para que tenga misericordia de quienes masacran arbitrariamente la vida de seres humanos hechos a Su imagen y semejanza.
Nuestra solidaridad sin reserva con el clamor de los millones y millones que, de un lado a otro del planeta, piden el cese inmediato de las hostilidades y la búsqueda de una solución a la crisis iraquí en el marco del derecho internacional.
Nuestra oración a Dios para que nos conceda el discernimiento que nos capacite para ser agentes efectivos de reconciliación y constructores de la paz en medio del odio y de la violencia.
Nuestro profundo aprecio por la actitud valerosa y digna de las iglesias hermanas de los Estados Unidos que, a riesgo de ser caracterizadas como antipatrióticas, han levantado una voz profética para condenar el uso de la fuerza por parte de su gobierno, dando ejemplo de integridad ética y moral, y ofreciendo con ello un auténtico testimonio cristiano.
La necesidad de que el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas intervenga para ponerle freno a esta arbitraria destrucción a que un sofisticado aparato militar y tecnológico ha sometido al pueblo milenario de Irak.

Frente a los que tienen el poder, pero no la razón, ¡levantamos como un estandarte nuestra confianza en un Dios que reina y juzgará a los pueblos con justicia! (Salmo 96, 10)
Frente a la tentación de cruzarnos de brazos y resignarnos frente a un hecho consumado, llamamos a los cristianos y a todas las mujeres y hombres de buena voluntad a no cejar en sus oraciones, en sus denuncias y en sus acciones no violentas para resistir por la vida.
Frente a la desesperación que nace de nuestra impotencia y nuestra debilidad, las iglesias y organismos del Consejo Latinoamericano de Iglesias les exhortamos a buscar en el ejemplo de la Pasión, Muerte y Resurrección de nuestro común Señor la razón de nuestra fuerza y esperanza.
Que el mismo Señor de paz nos dé siempre su paz. Y que la gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con todos y cada uno de nosotros, ahora y siempre. Amén.

Mesa Ejecutiva del Consejo Latinoamericano de Iglesias
En tiempos de Cuaresma, el martes, 25 de marzo del 2003

viernes, 22 de febrero de 2008

DECLARACION DE BARMEN (1934)

Prólogo

Nosotros, los delegados de iglesias luteranas, reformadas y unidas, de sínodos libres, de "jornadas de la iglesia" y de "círculos parroquiales", reunidos para formar la asamblea sinodal confesante de la Iglesia Evangélica Alemana, declaramos que juntos nos afirmamos sobre la base de la Iglesia Evangélica Alemana como una federación de las iglesias confesantes alemanas. Lo que nos une es la profesión del único Señor de la Iglesia, la cual es una, santa, universal y apostólica.

Declaramos públicamente delante de todas las iglesias evangélicas de Alemania que la confesión en común de esta fe y, por consiguiente la unidad de la Iglesia Evangélica Alemana, están en gravísimo peligro…

Siendo miembros de iglesias luteranas, reformadas y unidas, podemos y debemos hoy hablar juntos en esta causa. Precisamente porque queremos ser y permanecer fieles a nuestras diversas confesiones, no podemos callarnos, ya que creemos que en un momento de calamidad e inseguridad común, nos ha sido puesta en la boca una palabra en común.

Encomendamos a Dios lo que esto significará para la relación entre las iglesias confesionales. Haciendo frente a los errores de los "Cristianos Alemanes" y del gobierno actual del Reich que causan estragos en las iglesias y también despedazan la unidad de la Iglesia Evangélica Alemana, profesamos las siguientes verdades evangélicas:

I.

"Yo soy el camino, la verdad y la vida. Solamente por mí se puede llegar al Padre"
(Juan 14,6).
"En verdad les digo, el que no entra por la puerta del corral de las ovejas, sino que se mete por otro lado, es ladrón y bandido… Yo soy la puerta; el que entre por mí, será salvado" (Juan 10,1.9).
"Jesucristo, según el testimonio que de él tenemos en la Sagrada Escritura, es la única palabra de Dios. A ella sola debemos escuchar, en ella sola debemos confiar y obedecerla en la vida y en la muerte.
"Rechazamos la falsa doctrina según la cual, además y junto a esta una y única palabra de Dios, la iglesia podría y debería admitir como fuente de su proclamación otros acontecimientos y potencias, otras personalidades y otras verdades como si fueran también revelación de Dios.

II.

"Pero Dios mismo… ha hecho también que Cristo sea nuestra sabiduría y que por medio de Cristo seamos puestos en la debida relación con Dios, consagrados a él y salvados" (1º Corintios 1,30).
"Así como Jesucristo es la expresión del perdón de Dios de todos nuestros pecados, del mismo modo es él la expresión del derecho de Dios sobre toda nuestra vida. Por medio de él experimentamos una gozosa liberación de todas las ataduras ateas de este mundo para un servicio libre y agradecido a todas sus criaturas.
"Rechazamos la falsa doctrina según la cual habría ámbitos en nuestra vida en los cuales no perteneceríamos a Jesucristo sino a otros soberanos, ámbitos éstos en los cuales no necesitaríamos la justificación por él realizada.

III.

"Más bien, hablando la verdad en un espíritu de amor, debemos crecer en todo hacia Cristo, que es la cabeza del cuerpo. Y por Cristo el cuerpo entero se ajusta y se liga bien" (Efesios 4,1516).
"La iglesia cristiana es la comunidad de hermanos en la cual Jesucristo actúa como su Señor presente en la palabra y los sacramentos por medio del Espíritu Santo. Ella, como Iglesia de pecadores reconciliados, debe dar testimonio en este mundo pecador, tanto por medio de su fe como por medio de su obediencia, por su mensaje como por su disciplina, de que sólo pertenece a él, que sólo vive y desea vivir de su consuelo y orientación en la esperanza de su venida.
"Rechazamos la falsa doctrina según la cual la Iglesia podría dejar librada la expresión concreta de su mensaje y de su estructura a su conveniencia o a la mutación de las convicciones ideológicas y políticas reinantes en tal o cual momento.

IV.

"Como ustedes saben, entre los paganos los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que entre ustedes quiera ser grande, deberá servir a los demás" (Mateo 20,2526).
"Los diferentes ministerios de la Iglesia no son causa del dominio de unos sobre otros, sino el desempeño del servicio que le ha sido encomendado y confiado a toda la comunidad eclesial.
"Rechazamos la falsa doctrina según la cual, aparte de este servicio, la Iglesia tendría poder y autoridad para darse o aceptar autoridades especiales dotadas de atributos o de dominio.

V.

"Reverencien a Dios, respeten al emperador" (1ª Pedro 2,17).
"La Escritura nos dice que, de acuerdo al mandato divino, el Estado tiene el deber de preocuparse conforme al mejor saber y entender humano, y aun con amenaza y aplicación de la fuerza, por el derecho y la paz en este mundo todavía no redimido, en el que también se encuentra la Iglesia. La Iglesia reconoce con gratitud y respeto a Dios el beneficio de estas instituciones suyas; rememora el reino de Dios, el mandamiento y la justicia de Dios, y de este modo la responsabilidad de los gobernantes y de los gobernados. Confía y obedece la fuerza de la palabra por medio de la cual Dios sostiene todas las cosas.
"Rechazamos la falsa doctrina según la cual el Estado, por encima de su competencia específica, podría llegar a ser el orden único y total para la vida humana y por lo tanto pretender cumplir la misión de la iglesia.
"Rechazamos la falsa doctrina según la cual la Iglesia, por encima de su mandato especial, pudiera y debiera apropiarse de la modalidad de las tareas específicas y la dignidad del Estado y convertirse así ella misma en un órgano estatal.

VI.

"Yo estaré con ustedes todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28,20).
"Pero el mensaje de Dios no está encadenado" (2ª Timoteo 2,9).
"La misión de la Iglesia, en la cual se funda su libertad, consiste en proclamar, en lugar de Cristo, o sea, al servicio de su propia palabra y obra, el mensaje de la libre misericordia de Dios a todos los pueblos por medio de la predicación y los sacramentos.
"Rechazamos la falsa doctrina según la cual la Iglesia, dejándose llevar por autosuficiencia humana, podría poner la palabra y obra de Jesucristo al servicio de deseos, objetivos y planes arbitrariamente elegidos.

Epílogo

La asamblea sinodal confesante de la Iglesia Evangélica Alemana, declara que ve en el reconocimiento de estas verdades y en el rechazo de aquellas falsas doctrinas, la ineludible base teológica de la Iglesia Evangélica Alemana, como unión de las iglesias confesantes. Ella llama a todas las iglesias que puedan adherirse a su declaración a tener en cuenta en sus decisiones político-eclesiásticas estas razones teológicas. Ruega a todos los que son afectados, que regresen a la unidad de la fe, del amor y la esperanza.

Barmen, 29 al 31 de mayo de 1934

viernes, 8 de febrero de 2008

LA EMBESTIDA GNÓSTICA 2

LA DOCTRINA CRISTIANA DE LA CREACIÓN

Decíamos en el sermón pasado de esta serie de sermones, que el gnosticismo era una religión soteriológica, es decir, tenía una doctrina de salvación. El gnosticismo fue especialmente peligroso para la Iglesia Antigua, porque trataba de desvirtuar las doctrinas cristianas con ideas completamente ajenas a la mentalidad bíblica. Por eso, representó un verdadero desafío para la naciente fe cristiana. Desde muy pronto podemos encontrar a los Padres de la Iglesia identificando las doctrinas erróneas del gnosticismo y que amenazaban con llegar a formar parte del sistema doctrinal de la Iglesia. Las doctrinas que más peligraban eran, entre otras, las de la encarnación y muerte de Jesucristo, la de la resurrección y la de la creación, etc.

El gnosticismo se opone a la doctrina cristiana de la creación porque ve en el mundo material, no la obra del Dios eterno, sino la obra de algún ser inferior y en cierto sentido malo e ignorante. Según los gnósticos, las cosas de este mundo son, no sólo de escaso valor, sino hasta malas y condenables. En esto se oponen a la doctrina cristiana que -siguiendo las antiguas enseñanzas judías- afirma que todas las cosas han sido hechas por Dios. El Dios del Antiguo Testamento, como el del Nuevo, es el Dios que se revela a su pueblo en todas las cosas físicas que Él ha creado (cfr., Salmo 19). Como consecuencia de esta doctrina de la creación, el cristianismo afirma que Dios actúa en la historia, y en ello se opone radicalmente al gnosticismo, que no ve sentido alguno en la historia de este mundo.[1]

La Biblia afirma con claridad meridiana que Dios creó el mundo, con eso se abre la revelación bíblica. Esta es una doctrina fundamental de la fe cristiana; de hecho, los cristianos reformados creemos que Dios también se revela de una forma especial en las “obras de creación”. Así lo afirma la Biblia cuando dice: “Los cielos cuentan la gloria de Dios y el firmamento anuncia la obra de sus manos” (Sal 19:1).[2] En contra de lo que enseña el gnosticismo, la creación es buena, porque Dios así la quiso. “Todo lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por Dios desde el principio hasta el fin” (Ec 3:11).

Entonces, la Biblia nos muestra que la idea gnóstica de un mundo malo, creado por un dios inferior y distinto al Padre, no es así, sino que el Dios del Antiguo Testamento (Yahvé), es el mismo que se nos ha revelado en Jesucristo, su Hijo Unigénito, en el Nuevo Testamento.
1Dios, habiendo hablado muchas veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por los profetas, 2en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el universo. 3Él, que es el resplandor de su gloria, la imagen misma de su sustancia y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas, 4hecho tanto superior a los ángeles cuanto que heredó más excelente nombre que ellos. (Heb 1:1-4)
Este texto bíblico muestra claramente que el Dios de Génesis, es el mismo que ahora habla en el NT (v. 1) a través de su Hijo (v. 2). Además por medio de Él, hizo el universo, cuando el Padre creaba con su Palabra soberana todo cuanto existe, ahí estaba el Hijo y el Espíritu. (Cfr., Jn 1:1-3, 14-18; 1 Co 8:6; Col 1:15-17). No sólo la creación es buena, sino que tenemos la responsabilidad de cuidarla, porque ella misma gime dolores de parto esperando la manifestación gloriosa de los hijos de Dios (Rm 8:19-22).
La doctrina de la creación de Dios es tan importante que “basta con abrir la primera página de la Biblia (Gn 1:1) y luego compararla con la última página (Ap 21:1ss), para darnos cuenta del tema de la creación como eje decisivo de todo el pensamiento bíblico”[3]. Dios sigue creando, sigue sustentando su creación, está interesado por ella. Así mismo, nos ha dado la responsabilidad de cuidarla, como al primer hombre. “15Tomó, pues, Jehová Dios al hombre y lo puso en el huerto de Edén, para que lo labrara y lo cuidara” (Gn 1:15). Por eso los presbiterianos no creemos en el “rapto”, como si Dios nos fuera a sacar del mundo para “salvarnos”. Ese es un auténtico escapismo de la fantasía apocalíptica. “Los cristianos que confían en que han de ser <> y abandonan el mundo a su suerte, desconocen el amor de Cristo y no podrán responder a las preguntas del Juez Supremo acerca de las obras de misericordia. Su destino es descrito con bastante claridad en el capítulo 25 de Mateo”[4]

[1] González, J. L., Historia del cristianismo: desde los principios hasta nuestros días, t. 1, Caribe, Colombia, 1992, p 127.
[2] Cfr., Rm 1:19-20 “19Lo que de Dios se puede conocer, ellos lo conocen muy bien, porque él mismo se lo ha mostrado; 20pues lo invisible de Dios se puede llegar a conocer, si se reflexiona en lo que él ha hecho. En efecto, desde que el mundo fue creado, claramente se ha podido ver que él es Dios y que su poder nunca tendrá fin. Por eso los malvados no tienen disculpa”. (DHH)
[3] Stam, J. B., Las buenas nuevas de la creación, Nueva Creación, Grand Rapids, 1995, p. 13.
[4] Moltmann, J., La justicia crea futuro: política de paz y ética de la creación en un mundo amenazado, Sal Terrae, Bilbao, 1989, p. 54.