jueves, 7 de febrero de 2008

Moisés Sáenz Garza, educador y reformador presbiteriano

Emmanuel Flores-Rojas
Apenas el pasado 24 de octubre se cumplió un aniversario más del fallecimiento del maestro presbiteriano Moisés Sáenz Garza, acaecido en Lima, Perú en 1941. Conviene recordarlo hoy, sobre todo, por la impronta que este educador presbiteriano tiene a nivel nacional, y más aún, porque las nuevas generaciones de presbiterianos mexicanos deben conocer las importantes aportaciones que el maestro neoleonés hizo a la educación pública en México.

El presbiterianismo mexicano se ha caracterizado por ser de corte conservador y a veces, en aras de cuidar ese perfil pietista y puritano, olvida mucho de la rica tradición reformada. Muchas ocasiones, tristemente ha llegado a la glorificación de la ignorancia. Juan Calvino hacía especial énfasis en la preparación de los ministros del evangelio, ya que el pastor en lo mejor de la tradición reformada es por antonomasia un docente. Por eso es importante recordar hoy, a uno de los maestros presbiterianos más connotados en México. No sólo por sentirnos orgullosos al interior de la Iglesia Presbiteriana de México de haberlo tenido como uno de nuestros miembros, sino sobre todo, por su compromiso académico con nuestro país.

El maestro Sáenz fue uno de los hijos más preclaros del presbiterianismo mexicano del siglo XX. Moisés Sáenz nació el 13 de febrero de 1888 en El Mezquital, municipio de Apodaca, Nuevo León. Su primera infancia la pasó ahí, para trasladarse luego a estudiar la primaria en el Colegio Civil de Monterrey. Instalado en la capital de Nuevo León, se congregaba en la Iglesia Presbiteriana “El Buen Pastor”. Según los datos proporcionados por el pastor Saúl Tijerina G., también militó en la Sociedad de Esfuerzo Cristiano “Avanzadas del Rey” de la citada Iglesia. En 1899, siendo apenas un esforzador intermedio, ya que contaba tan sólo con 11 años de edad, es comisionado junto con Benito Flores, para recaudar fondos que ayudaran a las mejoras materiales de esa importante Iglesia del Norte del país.[1]

Posteriormente se traslada a la ciudad de México para estudiar en el Instituto Juárez, o como era conocida en ese tiempo, la Preparatoria Presbiteriana de Coyoacán. Después va a estudiar a la Normal de Jalapa, Veracruz; para entonces va mostrando ya su sólida vocación docente. Graduado como profesor normalista y no conforme con los estudios hasta ahí alcanzados, viaja a EEUU a estudiar en el Instituto Jefferson y en la Universidad de Columbia en Washington. También acude a hacer un postgrado en la Sorbona de Paris, Francia, lo que lo capacita para afirmarse como maestro. Finalmente, obtiene los doctorados en Ciencias y en Filosofía por la Universidad de Columbia. El doctorado en Filosofía lo obtuvo con la tesis “La educación comparada” (EEUU y Europa). La influencia del filósofo de la educación John Dewey se afirma en el joven Sáenz.

Su aporte a la educación en México es imponderable, ya que él es el padre de lo que hoy conocemos como la Educación Secundaria o Educación Media. En su tiempo, la implantación de este nivel educativo entre la primaria y el bachillerato fue completamente revolucionaria. No sería posible estudiar la historia de la educación contemporánea en México, sin remitirnos necesariamente a este egregio presbiteriano. El positivista Gabino Barreda había organizado por encargo del Presidente Benito Juárez, la Escuela Nacional Preparatoria en 1868. Apenas terminada la Revolución, los nuevos tiempos de la República demandaban la inmediata reorganización de la educación mexicana. Fue así que surgió la filosofía educativa de Sáenz Garza, para transformar el sistema educativo nacional. Moisés Sáenz, supo leer “las señales de los tiempos” y respondió al desafío de su momento histórico concreto. O como enseñó el gran maestro cristiano brasileño Paulo Freire, hay que saber “leer la realidad” y no sólo el texto. Tal hizo así, Moisés Sáenz.

Como Subsecretario de Educación Pública, Moisés Sáenz dió un nuevo impulso a las Misiones Culturales, fundadas por el católico José Vasconcelos, las cuales trataban de llevar la educación a cada rincón del país como una auténtica “misión evangelizadora”.[2] Esas “misiones” estaban orientadas sobre todo al sector rural de México. Podemos decir que Vasconcelos y Sáenz son los dos grandes artífices de la reorganización de la educación media y superior en nuestra patria, el primero porque por su breve paso al frente de la UNAM,[3] le confiere un estatuto latinoamericanista, dotándola del lema actual: “Por mi raza hablará el espíritu”. En la visión de estos maestros de la juventud, la educación media y superior debería de trabajar para el pueblo, ya que “la pobreza y la ignorancia son nuestros peores enemigos y a nosotros nos toca resolver el problema de la ignorancia”[4], -había proclamado Vasconcelos en el discurso de toma de posesión como Rector de la Máxima Casa de Estudios de México. El segundo porque impulsa decididamente la creación de Secundarias por todo el país. Sobre estas escuelas Moisés Sáenz dijo: “En estas escuelas nunca se sabe dónde termina la escuela y dónde principia el pueblo, ni donde acaba la vida del pueblo y comienza la escolar, porque, volviendo por su fuero primitivo de agencia social real, esta escuela es una con la comunidad”.[5]

Moisés Sáenz, había sido antes Director General de Educación en el estado de Guanajuato y también en el Distrito Federal. Fungió así mismo como Director de la Escuela Nacional Preparatoria y Director de la Escuela de Verano de la UNAM, catedrático de Filosofía y Letras en la Escuela Nacional de Maestros, Oficial Mayor y Subsecretario de la Secretaría de Educación Pública. Bajo el mandato de Plutarco Elías Calles se desempeñó como Secretario de Educación Pública por un breve período de tiempo en 1928. Fue también Director general de Beneficencia Pública y Presidente del Comité de Investigaciones Indígenas. Su hermano Aarón Sáenz sería Secretario del mismo despacho en 1930 bajo la presidencia de Pascual Ortiz Rubio. Algunas obras de Moisés Sáenz son: los estudios sobre El indio ecuatoriano, sobre El indio peruano; México íntegro, Un Día de Muertos en Janitzio y Carapan: bosquejo de una Experiencia.[6]

Nuestro ilustre maestro formado en la cantera del presbiterianismo mexicano también fundó la Escuela Rural Indigenista y fue el primero en América Latina en convocar al Primer Congreso Indigenista Interamericano. La Iglesia Nacional Presbiteriana de México (INPM), bien haría en rescatar muchos de los postulados del más reputado de sus hijos y aplicarlos en el campo tan extenso de Iglesias y misiones indígenas que tiene en el Sureste mexicano. En la visión educativa de Moisés Sáenz, a los indígenas había que educarlos mejor, por eso estableció escuelas entre ellos, pero también había que ayudarles a desarrollarse plenamente como ciudadanos. ¿La INPM está impulsando entre las Iglesias indígenas el mismo celo educativo? Y cuando hablo de educación, no estoy hablando exclusivamente de educación cristiana. ¿Cómo responde nuestra iglesia a las necesidades económicas de extrema pobreza en que los malos gobiernos han sumido a nuestros hermanos indígenas? Hoy la INPM debería impulsar un gran plan de educación que cubra todo el espectro de necesidades indígenas.

Moisés Sáenz no sólo se destaca como educador, también como político y diplomático. Fue Ministro de México en Dinamarca y en Ecuador, así como embajador de México en Perú. Su modelo educativo en México fue tan exitoso que los gobiernos de Bolivia y Guatemala vinieron a estudiar el proyecto educativo indigenista, el cual fue implantado en aquellos países. Así, Moisés Sáenz se nos presenta como un auténtico reformador educativo, colocándose entre los grandes maestros de la fe reformada mundial, que nace con Ulrico Zwinglio y se profundiza con Juan Calvino. ¿Dónde están hoy, los grandes maestros reformados que necesitan no sólo la Iglesia Presbiteriana, sino sobre todo México? La patria reclama maestros comprometidos con Jesucristo que vengan a impactar la Iglesia y el mundo. Hay que alentar a los intermedios y jóvenes esforzadores para que se preparen como Moisés Sáenz y se sumen a las grandes reformas que necesitan la Iglesia y la Nación.

El presbiterianismo mexicano actual, debería rescatar mucho del legado educativo y cultural del maestro Moisés Sáenz. El principal reto de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México tiene que ver con la educación cristiana y reformada, sobre todo la teológica. Aquella frase que ha llegado a ser una máxima o un eslogan en las más altas esferas del liderazgo de la Iglesia Presbiteriana Mexicana en el sentido de que “la Iglesia no necesita teólogos sino pastores”, es una auténtica traición a la tradición reformada, y más grave aún, una alta traición a Jesucristo, el Señor de la Iglesia, ya que él mismo nos enseñó a amar a Dios también con la mente, esto es, con la razón. (Véase mi artículo-sermón sobre La 'doctrina' como factor de unidad e identidad, aquí mismo)

La glorificación de la ignorancia no glorifica en nada a Dios. O amamos a Dios con la mente o no lo amamos bien. El monumento erigido a la memoria del maestro Sáenz en su tierra natal, reza lo siguiente: “MOISES SAENZ (1888-1941). Educador de niños, de jóvenes y pueblos. Fundador del Sistema de Segunda Enseñanza en México. Protector del indio en todas las latitudes de América y a través de la niñez amó a su Patria y la iluminó con su pensamiento”.[7] Los restos del Maestro Moisés Sáenz Garza, descansan en la Rotonda de las Personas Ilustres en la Ciudad de México, D. F. Hasta hoy, es el único presbiteriano mexicano que está ahí. ¿Quién será el siguiente? Até Mais, Maestro!

Fuentes:
[1] Tijerina G., Saúl, Paladines del Esfuerzo Cristiano en México. Boceto histórico, (engargolado), México, 1981, p. 24.
[2] Vasconcelos, J., La raza cósmica, Porrúa, 2003, México, p. X.
[3] Y luego también como Secretario de Educación Publica.
[4] Vasconcelos, op. cit., p. VIII.
[5] http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/efemerides/octubre/conme24c.htm
[6] http://redescolar.ilce.edu.mx/redescolar/publicaciones/publi_quepaso/moisesaenz.htm
[7] Idem.

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